Para la cultura en Palma del Río, en declive desde que Ramón López abandonó la concejalía, y a peor año tras año, desde la fundación de su Patronato, el mandato de 2007-2011 se puede considerar el mas nefasto.
En este período el Patronato ha perdido las competencias de Festejos y Patrimonio, o por lo menos no se gestionan totalmente desde el Patronato. Ha habido durante estos cuatro años dos Concejales de Cultura y ninguno ha atendido esta concejalía con una dedicación completa, ni ha habido, como en su momento hubo, un director del Patronato que hiciera y llevara a cabo un programa cultural coherente.
Para el Museo Municipal y los muchos Museos que han dicho que quieren montar, ha sido un segundo mandato en punto muerto y conste que Santa Clara hace ya tiempo que tiene terminada eso que han llamado "restauración", pero se ve que ha habido otras prioridades antes que el Museo Municipal, que se dieron toda la prisa del mundo por desnudarlo, hace cinco o seis años, y a la hora de volver a vestirlo le están echando toda la pachorra posible, y lo que te rondaré, morena.
Ha habido recortes de lo mas inverosímiles, vamos que se ha querido ahorrar hasta en papel del water. Se quitaron las suscripciones a los periódicos provinciales y algún que otro nacional con la excusa de que querían que se vieran por internet, cuando todos sabemos que en internet no vienen completos. Esta actitud ha echado literalmente de la biblioteca a un grupo de personas que habitualmente iban para consultarlos o simplemente para rellenar sus crucigramas.
Se ha querido ahorrar en personal no poniendo ningún sustituto ni para vacaciones ni para bajas temporales, cargando de trabajo al resto de trabajadores que tenían que hacer el suyo y el del compañero que faltaba y si esto no era posible, que casi nunca lo es, el detrimento era para el servicio.
Los recortes han sido tales que hasta para comprar piezas para el mantenimiento mas corriente es necesaria la autorización del Super-Gerente, figura esta aparecida en este mandato con el único objetivo de recortar todo lo posible, sin entender ni jota, ni importarle lo mas mínimo la cultura, queriendo aplicar conceptos de rentabilidad de empresa a algo como la cultura, cuya rentabilidad nunca se puede medir en dinero y quien así lo piense no deja de ser un burócrata, por no decir un animal.
Se ha llegado a tal deterioro del Patronato, que su Junta Rectora no ha podido ser renovada por falta de candidatos y todavía le siguen llegando cartas a gente que hace años que dimitió. Nadie quiere entrar a formar parte de ella, ya que es un mero paripé sin ninguna capacidad de decisión, a la que todo le viene impuesto, normalmente utilizando a gente suya para que cubra los dos o tres votos que le faltan para sacarlo todo como el equipo de gobierno quiere, que curiosamente son los que siguen, logrando así que la opinión de los demás partidos y de las demás asociaciones no sirva para nada y quitarse de encima las pulgas cuando le vienen las críticas y enseguida dicen: ah eso lo aprobó la Junta Rectora.
Si lo que quieren es hacer lo que les venga en gana, que lo hagan con todas las consecuencias, suprimiendo el Patronato Municipal de Cultura y que cultura vuelva a ser solo una Concejalía.
Y por último decir que Cultura, con el presupuesto que mueve, con las competencias que tiene y la responsabilidad que acarrean estas, no puede permitirse el no tener un Concejal liberado y competente o un Director de Concejalía, con un programa que no se tenga que improvisar o rellenar de retales y por supuesto que el baremo no sea la rentabilidad económica inmediata, que eso en cultura no existe y para verlo hay que tener una altitud de miras de las que desgraciadamente carecen nuestros actuales dirigentes y así le luce el pelo a Palma del Río, que ha pasado en pocos años de ser referente cultural de la provincia a la situación actual, que no es que estemos en el vagón de cola, es que hemos perdido el tren.
También es cierto que se han hecho obras y remodelaciones, pero vamos todas encaminadas a ampliar el número de puestos para estudio, sin que haya ningún espacio que no parezca un convento de cartujos, mas distendido, donde se pudiera leer, utilizar la fonoteca o simplemente utilizar los ordenadores sin tener que estar mas calladito que un muerto
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