martes, 3 de noviembre de 2009

TENEMOS A DIOS POCO CONTENTO

Cuando la serpiente tentó a Eva, allá en el paraiso terrenal, para que comiera del fruto prohibido y esta convenció a Adán para que tambien comiera de este fruto, Dios al descubrirlos y escuchar sus excusas ( Eva, que si la serpiente la engañó. Adán, que el no quería, pero que tiran mas dos tetas que dos carretas) los expulsó del paraiso. Según el Génesis, Dios los castigó de la forma siguiente: a Eva que pariría con dolor, a Adán que tendría que ganar el pan con el sudor de su frente y a los dos en común que sentirían vergüenza de su desnudez y que perderían la inmortalidad. Este castigo se extendería a todos sus descendientes, que también tuvo mérito que sus descendientes tuvieran descendencia, pues si Adán y Eva que eran nuestros primeros padres tuvieron tres hijos varones Cain, Abel y Set, como coño se las apañaron, solo había una mujer y era su madre ¿incesto?.... No por Dios con lo feo que está eso y además ya se sabe que la Biblia no hay que tomarla al pie de la letra (cuando interesa, cuando no interesa pues a rajatabla).
Durante miles de años Dios estaba satisfecho, pues veía que su castigo era efectivo generación tras generación, ya en el último tercio del S XX después de la venida de su hijo, empezó a tener la mosca detrás de la oreja con los inventos y modas de la humanidad. Primero fue el uso generalizado de la píldora y la epidural, con lo que la mujer quedó casi impune. Depués vino el aire acondicionado, con este invento ya muchos hombres sudar lo que se dice sudar para ganarse el pan, no tenían que hacerlo y los que quedaban que no podían utilizar este invento eran los hijos de Caín. Por último con la moda del nudismo y el pendoneo ya a nadie le da vergüenza enseñar sus idems.
Ante esta perspectiva Dios se ha dado cuenta que sus muñequitos de barro, no solo se le están subiendo a las barbas sino que como se descuide lo afeitan y por ahora lo único que puede hacer es reforzar la guardia de querubines para proteger el acceso de la humanidad al arbol de la vida eterna y procurar que no haya entre estos querubines alguno con aptitudes para político, porque si fuera así, pronto recalificarían el paraiso y cobrarían comisión por acceder al arbol.

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