Manos arriba esto es un banco es un libro, que no estaría mal que todos leyéramos, en él, su autor, Rafael Rubio, nos relata de forma muy amena y con múltiples ejemplos las numerosas técnicas que utilizan los bancos para colocar productos, que últimamente han recibido el título de tóxicos, a sus confiados clientes.
Relata entre otros ejemplos, lo que le sucedió a la madre de Luis Carlos Croissier cuando esta buena mujer quiso colocar unos ahorrillos que tenía y como es natural le pidió opinión a su hijo, que por algo era el presidente de la CNMV, su hijo le indicó que fuera a su banco y le diera orden de adquirir Letras del Tesoro. Esta buena mujer va a su banco y le indica al empleado de turno que quiere hacer lo que le ha recomendado su hijo, entonces el empleado le dice que quien le ha dado esa idea, que eso no renta nada y que lo que tiene que hacer es invertirlo en unos valores muy seguros y rentables que ellos están colocando como rosquillas. Esta mujer comenta que se lo va a pensar y se lo vuelve a comentar a su hijo, el empleado que nones, que eso es perder dinero tontamente, así varias veces hasta que Lui Carlos Croissier tuvo que llamar al director del banco y decirle que le indicara a su empleado que le contratara a su madre las Letras del Tesoro que había solicitado.
Supongan que esa buena mujer no es la madre de Luis Carlos Croissier, que confiando en el empleado de su banco de toda la vida cambia su idea original y hace caso a este empleado, hoy seguramente habría perdido sus pequeños ahorros por la confianza que habría tenido en ese empleado de su banco de toda la vida, que lo único que pretendía era conseguir una pequeña comisión o simplemente colocar el producto del mes.
Cuantas personas no se verán identificadas con esta historia, entre ellas el que esto escribe, que tuvo una experiencia parecida hace unos años en el Banco de Santander y de la que uno afortunadamente no salió muy mal parado ya que no perdí nada, solo dejé de ganar aproximadamente 1200 euros en quince meses. El mismo autor del libro reconoce que él que había aconsejado a muchas personas no invertir en productos de este tipo, también tuvo un mal momento e invirtió un dinero suyo en un producto que al final se esfumó como tantos otros.
Recomiendo que lean este libro y que tengamos su título siempre presente, pues no cabe duda de que los bancos intentarán, cuando pase un tiempo, de que volvamos a tropezar de nuevo en la misma piedra. No olvidemos nunca el dicho aquel que dice: que nadie da duros a cuatro pesetas y quien lo pretenda solo está intentando colarnos una nueva versión del timo de la estampita.
martes, 24 de noviembre de 2009
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