Resultó lamentable la falta de deportividad de la selección holandesa, técnico y jugadores sabedores de su inferioridad deportiva tomaron el camino de enmedio no teniendo otras armas que la violencia, las marrullerías y las protestas. Aún así mas lamentable fue la actuación del árbitro inglés Howard Webb, consitiéndole a los holandeses todo tipo de tropelías, sin ser capaz de atajar el exceso de violencia de estos, de los posibles errores y penalties no vistos es mejor no hablar, porque eso son lances del juego que se pueden pasar sin ser apreciados nítidamente, no así las entradas violentas por parte de la mal llamada naranja mecánica y que por lo demostrado en esta final mas bien debían ser conocidos como "las mulas falsas" naranja o del color que quieran.
Una final que a este árbitro le vino demasiado larga y tampoco se explica nadie a cuento de que le vino este premio, después de los errores cometidos en el partido contra Suiza. La FIFA debía de cuidar mucho mas estas cosas o tal vez esa actuación era debida al "cuido" de la FIFA. Casi todos dieron una imagen lamentable: FIFA, árbitro y jugadores y equipo técnico holandes, menos mal que hubo un equipo, el español, que aunque estuvo a punto de perder los nervios en mas de una ocasión, mantuvieron a cierta altura la deportividad, la clase como personas y como futbolistas.
Fue todo un detalle el de Andrés Iniesta llevando en su pecho el recuerdo para su amigo Daniel Jarque, jugador del Español fallecido hace menos de un año y cuya exhibición le costó a Iniesta la tarjeta amarilla, ¡que mas daba¡. Estos detalles demuestran la grandeza, no ya futbolística de un jugador ya que de ella nadie duda, sino su grandeza como persona y de estos detalles ha estado plagada la actuación de los jugadores y técnicos españoles en este Campeonato del Mundo, demostrando la CLASE tanto en el campo como fuera de él.
Los holandeses han estado tan debajo del listón que no han sabido ni asimilar la derrota y en el colmo del cinismo cargan contra el árbitro haciéndole responsable de ella. En fin nunca se puede gastar lo que no se tiene.
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