sábado, 31 de julio de 2010

COMO LOS MALOS ESTUDIANTES

A poco menos de un año de las próximas elecciones municipales, nuestros políticos que se han tirado gran parte de los últimos tres años tocándose "el nabo" o "el jigo", según les corresponda, emprenden una carrera frenética de proyectos nuevos y de terminación de otros que desde hace años dormían plácidamente el sueño de los justos.
Así tenemos que últimamente se habla mucho de museos, llamando museo a lo que simplemente es una sección de lo que en principio tenía que llamarse Museo Municipal, pero así llamándole Museo Taurino, Museo de la Naranja, Museo de Diseñadores etc, etc, parece que cunde mas. Con esta cantinela llevamos mas de cinco años y como no hay mal ni bien, ni zapato de tres euros, que cien años duren, se supone que algún día se convertirá en realidad (Dios, Ala o la Naturaleza, quiera que podamos alcanzar a verlo antes de que nos llamen a su lado) mientras tanto pues sirve para otra campaña electoral.
En cuanto a nuevos proyectos y parece que algo precipitados, están el Alcazar de los Sentidos, El Alma del Río o la Ciudad de los Niños. Estos proyectos milagrosamente tienen un plazo de ejecución que acaba en la mayoría de los casos poco antes de las citadas elecciones municipales. Mucha precipitación y pueden decirme ¿en que quedamos? si tardan que tardan, si lo hacen rápido, que lo hacen rápido, no se trata de criticar por criticar, se trata simplemente de hacer ver que ni se pueden tener proyectos durmientes a lo largo de cinco años, ni se puede querer acometer una multitud de nuevos proyectos en escasos ocho meses. Todo en esta vida tiene que transcurrir en un tiempo apropiado y nunca han sido buenas ni las parsimonias ni las precipitaciones.
Una legislación tiene que verse como un curso académico, que consta de varias evaluaciones y que hay que procurar ir aprobando con un trabajo tenaz e ininterrumpido, lo contrario es comportarse como el mal estudiante que durante el curso no toca un libro y en el último mes pretende recuperar el tiempo perdido en los otros ocho que se ha tirado al palo.

3 comentarios:

  1. Muy cierto, pero... Los malos estudiantes, a su vez, han de ser evaluados por buenos o malos evaluadores, y es el caso que los evaluadores somos quienes hemos de depositar el voto en las urnas electorales.
    ¿Evaluamos correctamente a los malos estudiantes o, por el contrario, hacemos la vista gorda y nos dejamos guiar por el favoritismo, poniéndole un nueve o un diez a quien, en el mejor de los casos, sólo merecería un aprobadillo raso? En eso -aunque no sólo en eso- radica la seriedad de nuestro "sistema educativo".
    Los malos estudiantes son, en muchos casos, el resultado de un sistema de evaluación deficiente. "De tal palo, tal astilla", o "A tal vasallo, tal señor". Procuremos ser rigurosos al evaluar a nuestros políticos, si queremos que ellos, por su parte, no se pasen el curso tumbados a la bartola.

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  2. Octavio junco, creo que puedes tener algo de razón en cuanto a como examinamos a nuestros políticos, pero yo te pregunto, ¿cómo sugieres tú que lo hagamos?, yo solo puedo hacerlo cada cuatro años a través de una impersonal papeleta que no me permite expresar mis opiniones. Yo no sé a ti, pero a mi nunca me han pasado una encuesta para hacer constar mi grado de satisfacción con la gestión municipal. Dónde pues, puedo calificar a mis políticos?.
    un saludo

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  3. Perdona la tardanza en responder, amigo anónimo (no hay contradicción en esto; se puede ser amigo de alguien desde el anonimato, como también se puede ser enemigo). El caso es que he pasado unos días de viaje, del que acabo de regresar. Un viaje por países que evalúan a sus políticos con más rigor que nosotros: Francia, Bélgica, Holanda y Alemania.
    Pienso, como tú, que tenemos muy escasas oportunidades para evaluar a nuestros gobernantes; que un voto cada cuatro años es muy poca participación de los ciudadanos en la vida pública, aunque los gobiernos necesitan de ese período de tiempo para desarrollar un programa serio.
    Tengo entendido que en países con más tradición democrática que el nuestro existen foros de opinión que se hacen oír por la ciudadanía e inciden en la opinión pública y en la voluntad del político de manera más eficaz que mediante el voto con que se inicia cada legislatura.
    También como el buen profesor, que no evalúa a sus alumnos por un simple examen trimestral, sino por la labor desempeñada por ellos día a día.
    Tengo la impresión de que, en materia política, la verdad no está en posesión de unos pocos sabios o predestinados, sino en el buen juicio de una mayoría de ciudadanos responsables que saben transmitir sus criterios a los políticos.
    De todo esto, amigo anónimo, se puede hablar y divagar mucho. Yo no pretendo tener razón, sino tan sólo participar modesta y responsablemente en lo que a los ciudadanos nos corresponde hacer.
    Saludos.

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