Siempre he tenido inclinación hacia los débiles, de siempre mis simpatías, en casi todos los aspectos de la vida, han ido encaminadas hacia los "Davides" en vez de hacia los "Goliales" y así me va, pero cada uno es como es, y a estas altura de la vida ni puedo ni quiero cambiar.
Así que en el deporte no podía ser menos, siempre me han gustado los éxitos conseguidos por esos deportistas o clubs que en teoría no tenían otras posibilidades de conseguirlo que a base de su buen hacer deportivo y muchísimo pundonor.
Este fue el caso de ayer del Sporting de Braga, un modesto equipo portugués muy bien plantado en el campo, con los errores y nervios propios de un principiante y sin ningún jugador distraido en escuchar los cantos de sirenas que le vienen de otros equipos. Así que olvidándome de chovinismos y como seguidor y saboreador del futbol sencillo y directo, disfruté viendo como unos jugadores sin nombres conocidos le hacían un "siete" a un Sevilla cargado de internacionales, mundialistas y demás.
El entrenador sevillista, como hacen todos los entrenadores que se quieren curar en salud, ya había lanzado los típicos tópicos propios de todos los entrenadores a quien el sorteo les depara una perita en dulce, por lo que pueda ocurrir. Lo escuchamos decir que cuidadin, que no había enemigo pequeño, que el futbol es futbol y que los partidos duran noventa mínutos (frases que puso de moda hace muchos años Miljan Miljanic y que todos los entrenadores parece que reciben de muletilla junto con el título).
Hasta que punto estarían confiados el club y sus jugadores, que no consideraron oportuno para este evento utilizar su talismán mas seguro: El sombrero de del Nido. Craso error, y como dice el refrán: La confianza mata al hombre y deja fuera de la Champions al Sevilla.
Me acordé también de Manolo Jimenez, ese hombre que había llevado al Sevilla primero al quinto puesto en la liga y al año siguiente al tercer puesto y a pesar de esto era cuestionado a las primeras de cambio ¿que no le habrían dicho si estuviera todavía a cargo del equipo?.
En definitiva de nuevo David ha vencido a Goliat, de nuevo el pundonor y el talento han podido con un enemigo al que mató su ego. Estas son las grandezas del deporte y no los millones de euros.
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