El 27 de Enero de 1945 (hace 65 años) las tropas soviéticas liberaban el mayor conjunto de campos de concentación y exterminio (Auschwitz-Birkenau) que la Alemania nazi había distribuido por todo el territorio que dominaba.
En Auschwitz-Birkenau se calcula que murieron entre un millón y medio o dos millones de personas durante los casi cinco años que estuvo funcionando. No solo eran asesinados judios, también murieron un gran número de gitanos, prisioneros de guerra y disidentes.
Cuando las tropas soviéticas se enfrentaron al irínico letrero que presidía la entrada a Auschwitz (Arbeit Macht frei, el trabajo os hará libres), a pesar de que ya habían liberado varios campos de concentración, no podían imaginar el horror que los nazis habían producido en estos campos, ni a la degradación humana que estos habían llegado y eso que habían intentado borrar las huellas de su barbarie, cosa que les resulto materialmente imposible.
En este campo que se encontraba a unos 59 kilómetros de Cracovia (¿de que me suena este nombre?) no solo se aplicaron los nazis a lo que ellos llamaron "solución final", gaseando y quemando en sus hornos a millares de personas, también hicieron multitud de experimentos con cobayas humanas, dirigidos por Josef Mengele, conocido entre los internos como el "angel de la muerte", experimentos en su mayoría inútiles y sin ningún valor científico.
Por Auschwitz pasaron varios millones de personas y solo lograron sobrevivir unos cuantos, que nos han dejado unos testimonios vivos de esa barbarie, que incluso hoy hay quien se empeña en negar o llegar a decir, que no fue para tanto y que lo que hoy llamamos Holocausto, es poco mas o menos un invento de los judios como Monseñor Tadeusz Pieronek, actual obispo de Cracovia (claro que por supuesto sus palabras han sido malinterpretadas, hay que ver que torpes son para explicarse últimamente los obispos teniendo en cuenta que viven de la palabrería).
Este jerifalte católico debe tener la conciencia poco tranquila, pues en la misma persona se juntan dos características poco afortunadas. Por un lado es católico y de todos es sabido lo bien que supieron mirar hacia otro lado en el Vaticano con Pio XII a la cabeza y para colmo es polaco, donde los nazis pusieron un gran número de campos de exterminio sin que ninguno de estos catoliquísimos notara nada raro.
miércoles, 27 de enero de 2010
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