jueves, 23 de junio de 2011

EL SOLSTICIO DE VERANO

En el hemisferio norte el día del solsticio de verano (21 de junio) es el día mas largo del año y por consiguiente el que tiene una noche mas corta.
Este fenómeno no pasó desapercibido por los pueblos de la antigüedad y alrededor de esta fecha, que en nuestro hemisferio coincide con la maduración de las cosechas, se fueron creando una serie de tradiciones y leyendas que dieron lugar en muchas civilizaciones a una de las mayores fiestas tradicionales, siendo la otra la del solsticio de invierno.
Como quiera que en el hemisferio sur, el fenómeno es totalmente contrario en estas fechas se celebra el solsticio de invierno, al que los incas llamaban Inti-Raymi y en diciembre celebraban el solsticio de verano o Capac-Raymi.
A pesar de la distancia y la ¿incomunicación? salvo en las estaciones, por mor de las circunstancias, es curioso observar el gran parecido en el sentido de estas fiestas para todas las culturas antiguas, tanto del hemisferio norte como del hemisferio sur.
En nuestro hemisferio, el solsticio de verano en las culturas nórdicas estaba relacionado con Cerridwen y su caldero de la abundancia y con Litha y de la importancia que para ellos tuvo podemos hacernos una idea al contemplar el gran complejo megalítico de Stonehenge, donde el sol este día en su salida atraviesa todo el eje de la construcción.
En el mundo Mediterráneo los griegos llamaban a los solsticios la fiesta de las puertas, el de verano era el de las puertas de los hombres y el de invierno era el de las puertas de los dioses, la dedicaban al dios Apolo y los romanos, continuadores de las tradiciones clásicas la dedicaban a la diosa Minerva.
En todas era común el que era una noche mágica, donde se hacían conjuros, se recogían hierbas medicinales, se abrían de par en par las puertas del otro lado del espejo, de otra dimensión y sobretodo se hacían grandes hogueras, simbolizando la quema y purificción de todo lo negativo.
Con la vieja globalización que trajo en nuestro hemisferio la llegada del cristianismo y la absorción de todas las antiguas y fuertes tradiciones populares por parte de este, el solsticio de verano se asoció con la venida al mundo de San Juan, como anunciador del Mesías seis meses después, de ahí que se eligiera para esta fecha el día 24 de junio y seis meses después, el 24 de diciembre, el nacimiento de Jesús coincidiendo con el solsticio de invierno o la fiesta del sol invicto.

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