Tras el paso por Córdoba del Comité de Selección de la Capitalidad y las bonitas palabras que dedicaron al proyecto, supongo que las mismas que iran diciendo por las restantes ciudades aspirantes, podemos decir que, a falta de la presentación oficial de la candidatura que será el próximo día 27, la suerte está echada.
El que finalmente le puedan dar o no la capitalidad cultural a Córdoba dependerá de muchas circunstancias e intereses (políticos, económicos, sociales, etc.) aunque si dependiera de los méritos hechos por todos los cordobeses (ciudadanos e instituciones, todos juntitos) Córdoba no hubiera pasado ni la primera criba.
Resulta poco menos que intolerable que una ciudad y unos ciudadanos, que viven de espaldas a su Patrimonio Cultural, que no pierden ocasión para quejarse de él y para destruirlo nada mas aflora en cualquier zona habitada o de expansión, que lejos de ser conscientes del tesoro que oculta su subsuelo, han considerado siempre, y estamos hartos de escucharlo y leerlo en medios de comunicación, la aparición de restos de pasadas culturas como una lacra que impide el desarrollo de Córdoba, sea además recompensada ahora con un premio tan importante como la Capitalidad Cultural.
Una ciudad no puede reivindicar su magnífico pasado cultural después de haber destruido una gran parte de los restos importantes de ese pasado y no pueden presentar como único bagaje el haber conservado y adaptado para ser comtemplados sólo los restos aparecidos en las obras del Museo Arqueológico y no haberse llevado por delante los aparecidos en la antigua Veterinaria, sólo hubiera faltado eso.
Ahora, cuando se huele dinero, resulta que los que somos contrarios a que Córdoba reciba este premio por falta de méritos, es que no sentimos lo nuestro y somos muy malos cordobeses, porque denunciamos todos esos hechos anteriores y la postura anticultural de muchísimos ciudadanos de Córdoba.
En mi opinión es todo lo contrario, a nuestra ciudad, a nuestras costumbres, a nuestro patrimonio hay que quererlo y defenderlo trescientos sesenta y seis días al año, aunque no sea bisiesto, y los que demuestran ser malos cordobeses son, los que como los malos hijos, sólo se acuerdan de sus padres en los primeros días del mes cuando los visitan para ver si les pueden sacar por lo menos 50 euros de sus exiguas pensiones y ya hasta el mes que viene para lo mismo, que el resto del tiempo no tienen idem para nada.
martes, 7 de junio de 2011
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