Estamos en una sociedad mediática y mediatizada, cosa que en principio no tendría que ser ni bueno ni malo, lo que pasa es que como los seres humanos tenemos la fea costumbre de coger siempre que sea posible lo peorcito de cualquier situación, no iba a ser menos en este caso.
Hoy día los niños estan acostumbrados a oir que se puede denunciar a los padres, la sociedad en general está acostumbrada, a fuerza de repetirlo en campañas, a oir denuncias de lo que se ha dado en llamar "violencia de género" o denuncias por "abusos deshonestos". Estamos tan imbuidos y tenemos tal comedura de coco a estos respectos, que cuando una denuncia de este tipo se produce, inmediatamente los medios de comunicación y la sociedad detrás, como si fuéramos un rebaño de ovejas, sin encomendarse ni a Dios ni al Diablo dan por sentenciado al denunciado y ahora que pruebe que es mentira.
Viene esto a cuento de varios casos, por desgracia demasiado seguidos, de linchamientos populares, afortunadamente sin daños físicos pero con grandísimos daños morales para los "presuntos culpables" que despues se ha demostrado que eran inocentes.
Tenemos todavía en la retina al hombre que llevó a su hijita pequeña al hospital porque se había dado un golpe en el parque, como suele ser mas habitual de la cuenta en el servicio de urgencias del hospital lo despacharon en un momento sin realizarle a la pequeña ninguna prueba y cuando volvió con la niña en estado de coma, al médico no se le ocurre otra cosa que falsificar los informes y decir que presentaba síntomas de malos tratos, quemaduras y violación, esto hace reaccionar al ogro que estamos creando y ya tenemos a todo el personal condenando a esta persona y dando por hecho la veracidad del informe, a los pocos días y como el caso era tan grave, que esta vez y sin que sirva de precedente la ética se impuso al corporativismo habitual entre médicos y el forense desmontó toda la trama de este mal profesional que por salvar el culo estaba dispuesto a hundir en la miseria a un inocente. El acusado quedó libre de sospecha pero con un trauma sicológico que veremos a ver cuando se ve libre de él.
Otro caso que ha tenido repercusión en los periódicos ha sido el del padre de la localidad pamplonesa de Tafalla, que quiso llevarse a su hija de trece años que se encontraba borracha en un parque y esta empezó a patalear y pedir auxilio (esto ocurría en 2007) y los medios de comunicación traen la noticia de que el fiscal le pedía 7 meses de prisión y la acusación particular ejercida por su hija 8 meses, finalmente y gracias al testimonio de personas que presenciaron el hecho y declararon que en nada se parecía lo que acurrió con lo que contaba su hija, este hombre ha sido absuelto, se imaginan que hubiera sucedido si no hay testigos dispuestos a declarar o simplemente no hubiera habido testigos, seguro que hubiera sido condenado, ya de un caso así sabemos en Palma del Río el resultado.
Que quiero decir con esta perorata, pues sencillamente una cosa, por supuesto que están muy bien todas estas leyes para los casos en que sean necesarias, pero nos estamos volviendo tan paranoicos con las comeduras de coco que nos dan con los dichosos programitas que hoy en día hay que pensarse muy mucho, incluso algo tan tierno como hacer una caricia a un niño/a, aunque sea tu hijo/a, no vayamos a leches y por supuesto nada de reprenderlos, que les tienen muy bien enseñados sus derechos y a así ¿quien educa a nuestros hijos? ¿quien le pone puertas a estas nuevas generaciones que se creen que el monte es todo orégano? y casi hay que preguntarse ¿quien nos protege de ellos?.
miércoles, 16 de diciembre de 2009
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